Estábamos inaugurando el salón de calle Canuda, era también el día de Sant Jordi.
El día del libro y de la rosa del amor.
¡Llovía y me estaba aburriendo!.
Me aburren las inauguraciones, me divierte más ver una ¡Peluquería llena de clientes felices!.

Algo, no sé el que, me impulsó a acercarme a la Librería Anticuaria Farré, en la misma calle.

Soy ya cliente asiduo, pero volví a preguntar: ¿Tenéis algún libro de Peluquería?
Y lo tenían.
¡Y vaya ejemplar del 1600!.
Además, era totalmente desconocido por mi.
Por no tener, no tenía ni referencias de su existencia !
En el año 1600 “poca gente escribía o sabía leer”.
¡Encima el tema era la Peluquería e imagen humana, inpensable!
¡Ya lo tenemos en la magna biblioteca del Museo de la historia de la Peluquería!
Lo acabaré de leer con mi mal latín y “tirando de diccionario”.
Pero no quiero perderme los textos ni los grabados de aquella época.
No quiero darle la razón al filósofo del siglo XVI y XVII, Francis Bacon, que decía: ¡Poquísimos libros son probados, solo algunos son comidos, pero lo de digerirlos casi ni existe!