By Expertos / 11 noviembre, 2019

¿Sabías que llevas lavándote el rostro mal toda la vida?

Tres expertas nos explican que debes lavar siempre la cara en dos fases y con productos diferentes. De hecho, una de ellas comenta que hay que hacer los mismos pasos que cuando limpiamos el suelo de nuestra casa: primero hay que barrer y luego hay que fregar, no tiene sentido fregar sin haber barrido antes.

 

Resulta que uno de los trucos más esenciales para mantener una piel sana consiste en tener una correcta rutina de limpieza facial, algo que muy pocos cumplimos. ¿La cuestión? La mayoría utilizamos una limpiadora que se adapta a los requerimientos de nuestra piel, pero no utilizamos dos, y ahí está el quid de la cuestión. Como explica Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovicza: “Es difícil que un solo producto de limpieza higienice completamente. Dentro de nuestra piel hay dos tipos de suciedad, una de base oleosa y otra de base acuosa. Lo ideal es hacer una doble limpieza y usar los productos que eliminen completamente la suciedad del rostro”.

 

¿Por qué limpiar en dos fases?

Raquel González, training manager de Perricone MD hace un símil muy claro: “en nuestra casa limpiamos y luego barremos porque si solo fregáramos no limpiaríamos toda la suciedad e incluso parte de ella la esparciríamos. Con el rostro ocurre lo mismo: deberemos eliminar primero una suciedad más profunda para que luego el último limpiador elimine el resto de impurezas”. Contado así, tiene todo el sentido. De hecho, la experta añade que esta es una de las mejores soluciones para tener una piel limpia de manera continuada.

¿Cómo limpiarnos?

Preguntando a los expertos de Medik8, su directora técnica, Elisabeth San Gregorio, nos cuenta que “al tener dos tipos de suciedad, primero deberemos acudir a un limpiador de base oleosa (un bálsamo, por ejemplo) con mayor capacidad de arrastre. Este primer cleanser tendrá afinidad con esa suciedad más profunda -el aceite atrae al aceite-. Así removeremos las impurezas más profundas y las eliminaremos con mayor eficacia. Después trabajaremos con un producto que se adapte a la condición de la piel, para que no solo limpie sino para que también la cuide desde esta fase al tiempo que deshace la suciedad más superficial”.

 

Entonces, ¿qué productos usar?

Lo mejor es arrancar el proceso con productos de base oleosa y termal que, al entrar en contacto con nuestra piel, ayuden a remover la suciedad al masajearse sobre el rostro. Su afinidad con esta suciedad permitirá retirar aquellos cúmulos más profundos. “Para aquellas pieles con un poco de tendencia grasa, apostaría por aquellos con aceites esenciales y de formulación más ligera, mientras que en pieles más secas un bálsamo será perfecto para limpiar sin crear sensación de sequedad”, añade Estefanía Nieto.

En la segunda fase podremos acudir ya a esos limpiadores a los que estamos más acostumbrados. Aquí, como mencionaba Elisabeth San Gregorio, es muy importante que el segundo limpiador responda a nuestras necesidades y condición de nuestra piel. Resulta esencial que tratemos desde la limpieza, siendo esta la base fundamental para que los demás productos que apliquemos posteriormente ejerzan su efecto al máximo. “Podremos añadir un agua micelar que permita eliminar los posibles restos de maquillaje tanto del rostro como del contorno de los ojos, ya que las micelas atraerán la suciedad y el sebo, aislándolos para que se pueda retirar fácilmente con la ayuda de un algodón o una gasa”, comenta Natalia Guerrero, training Manager de RevitaLash España. “Y también será bueno usar limpiadores con Alfa y Beta hidroxiácidos, que ejerzan una función exfoliante sobre el tejido y retexturice el poro, permitiendo no solo limpiar sino también prevenir que acumule tanta suciedad”, concluye Elisabeth desde Medik8.

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