El veganismo está en auge y se ha convertido en una tendencia que se extiende también a la cosmética.
Adoptar un estilo de vida vegano significa decir “no” a la crueldad contra los animales y a la lapidación del entorno. El veganismo se define como una filosofía de vida, “una alternativa ética al consumo y a la dependencia de productos no adaptados a las necesidades físicas y espirituales del ser humano”, en palabras de la Asociación Vegana Española. Cuando una persona decide, acogiéndose a razones éticas y filosóficas, caminar por este sendero, sus elecciones van desde la comida hasta los productos que consume en su vida diaria, incluidos los cosméticos.
Actualmente, miles de animales en todo el mundo son sometidos a crueles sufrimientos, dolores y muerte agonizante con el fin de ensayar los nuevos productos del sector cosmético y sus ingredientes. Ensayos de toxicidad, sensibilización cutánea e irritación ocular son algunas de las pruebas a las que son subyugados estos seres vivos. Así, se les obliga a protagonizar acciones tan crueles como la ingestión forzosa de jabones, cremas, dentífricos o espumas de afeitar, la inhalación de lacas y aerosoles o el llamado test de Draize, que consiste en introducirles en los ojos grandes cantidades de champú, máscara de pestañas, maquillaje, etc. hasta provocarles una ceguera total.
La normativa europea aprobada en 2013 (Directiva 76/768/CEE) establece la eliminación gradual de los ensayos con animales en materia de cosméticos; pese a ello muchas empresas han participado en pruebas hasta hace poco y pueden seguir haciéndolo fuera de la UE.
Lo cierto es que en los últimos tiempos la industria cosmética, en general, se ha alejado de manera considerable de testar en animales, debido a la mala imagen que esto otorga y a la creciente presión de los consumidores. Pero, si bien la imposibilidad de testar el producto cosmético o de belleza en animales es uno de los principales requerimientos para que un producto pueda gozar de un etiquetado vegano, este marbete va más allá del ofrecimiento de un producto “sin crueldad”, significa que los ingredientes derivados de los animales tampoco pueden ser empleados en la fabricación del producto.
En definitiva, para que un producto cosmético sea vegano, no puede contener ningún ingrediente animal, ya sea a partir de ellos, como es el caso de la grasa o la gelatina animal, o derivado, como la miel, la cera de abejas, el yogurt o el ácido láctico. Por ello, muchas empresas, libres de crueldad y naturales, no pueden conseguir el sello de producto vegano, pues sus marcas de cuidado natural y maquillaje utilizan ingredientes como la miel o la leche de cabra en sus formulaciones. Así, este sello de “sin crueldad” no significa cosmética vegana, sino que responde al hecho de que la empresa no testa, ni el producto ni sus ingredientes, en animales en ninguna de las fases de su desarrollo, pero en cambio tiene permitido el uso de ingredientes animales.
Asimismo, es importante no confundir la cosmética vegana con la vegetariana pues, al igual que en el caso de la alimentación, cuentan con potenciales diferencias. Los productos de carácter vegano huyen del uso de ingredientes animales y de todo aquello producido por ellos, mientras que la cosmética vegetariana acepta el uso de estos últimos y de algunos subproductos animales.
Crece el número de empresas concienciadas
Aumenta el número de empresas concienciadas que están ofreciendo líneas veganas, orgánicas y respetuosas con el medio ambiente. A ello hay que añadir el hecho de que las grandes empresas se declinan cada vez más por esta nueva tendencia creando líneas de cosméticos veganos, un conjunto de alternativas respetuosas con la vida cada vez más frecuentes en el mercado y solicitadas por los consumidores.
Junto a los cosméticos y el maquillaje, se encuentran los pinceles. La mayor parte de las brochas que empleamos para colorear nuestros pómulos están hechas de materiales sintéticos, pero algunos productos de gama alta están todavía hechos de pelo de animales. En este sentido, el uso de un pincel de maquillaje sintético es una parte importante de la elección de los cosméticos veganos.
Los seguidores del movimiento vegano consideran que buscar y apoyar una cosmética saludable y concienciada con el medio ambiente puede hacer del mundo un lugar distinto, pues cuando apoyas este tipo de cosmética, consciente o inconscientemente, estás enviando un mensaje a las empresas sobre lo que esperas encontrar en el mercado.
Si plasmamos esta filosofía de respeto a la vida en los cosméticos, aquellos basados en ingredientes minerales y vegetales se convierten en una alternativa que satisface las expectativas éticas de muchos consumidores. Tanto minerales como vegetales, son elementos que poseen propiedades beneficiosas capaces de curar, aliviar y suavizar nuestra piel sin hacer que tengamos que elegir entre la vida animal o nuestro bienestar.
Durante siglos, muchas plantas han sido empleadas para tratar problemas de la piel. Por su parte, los minerales han sido utilizados para solucionar problemas cutáneos, incluso algunos como el óxido de zinc son empleados en la actualidad para proteger la piel de la radiación solar. Además, el maquillaje mineral cuenta con otro beneficio, está libre de pesticidas y conservantes.
Certificación de productos veganos
Leer la etiqueta de los productos cosméticos que eligen para su cuidado no es suficiente para un gran número de estos consumidores para asegurarse de que un producto cosmético sea vegano. Por ello, un buen número de las empresas que elaboran cosmética vegana se están interesando por poder plasmar en sus productos etiquetas certificadoras que demuestran que su carácter vegano ha sido auditado.
David Román, presidente de la Unión Vegetariana Española (UVE) afirma que “la certificación de productos veganos representa un valor añadido para dichos productos, por garantizar que cumplen unos criterios fiables en cuanto a composición y elaboración. Esto proporciona una garantía de calidad para el consumidor, y en la actualidad no solamente va dirigido a las personas veganas propiamente dichas, sino también a colectivos que por preocupaciones ambientales o por padecer alguna intolerancia alimentaria, desean tener garantías sobre la composición de los productos que consumen. Nuestra asociación, la UVE, gestiona en España la concesión de la licencia de uso del sello de certificación europeo V-Label. En los últimos meses estamos observando un creciente interés por parte de las empresas para incorporar este distintivo de certificación en sus productos, y estamos convencidos de que esta tendencia seguirá en el futuro y se irá consolidando como una apuesta ventajosa tanto para los productores como para los consumidores”.
El procedimiento de certificación de la UVE establece 4 categorías:
- vegano (productos 100% vegetales)
- lacto-vegetariano (contienen productos lácteos)
- ovo-vegetariano (contienen huevo)
- ovo-lacto-vegetariano (contienen huevo y lácteos)
Procedimiento para la concesión de la certificación
Antes de que un producto obtenga la certificación, debe ser sometido a una auditoría. El fabricante debe proporcionar una declaración detallada de todos sus ingredientes. Si la evaluación de criterios es positiva, se procederá a la firma del contrato entre ambas partes que habilita a la empresa a exhibir el sello de certificación en el envoltorio del producto. Todo cambio en la composición del producto deberá ser notificado de inmediato y conllevará reexaminar el producto para comprobar el cumplimiento de los criterios, pudiendo implicar la terminación del contrato si deja de satisfacer los requisitos.
Alternativas a los activos de procedencia animal
Son muchos los activos que aún se utilizan en cosmética. Sin ir más lejos, el color carmín, un colorante muy común en coloretes y pintalabios, es un ácido que algunas cochinillas producen para repeler a los depredadores. Se obtiene secando las hembras grávidas al sol, tras arrancarles por fricción las escamas cerosas blancas que las protegen de los rayos solares, o a través de la hirvición en amoniaco o carbonato de sodio de sus cuerpos triturados, que son posteriormente filtrados para añadir aluminio a la solución. Un cruel procedimiento que puede evitarse sustituyendo este componente por el jugo de remolacha o la raíz del árbol de alkanet, capaces de producir el mismo tipo de color rojo o rosado en cosméticos.
En productos capilares es común la presencia de la keratina, se trata de una proteína que se encuentra en mamíferos que proviene de las uñas, el pelo y los cuernos de los animales. Una buena alternativa, es emplear aceite de almendras, proteína de soja y aceite de amla, procedente de la fruta de un árbol de la India.
En algunos cosméticos también puede encontrarse la lanolina, una grasa derivada del pelo de las ovejas empleada para suavizar la piel, reemplazable por plantas y aceites vegetales como el de coco o el de palma. El squalane, un producto que se fabrica a partir del aceite del hígado de un tipo de tiburón, puede encontrarse en cosméticos, siendo especialmente empleado en los perfumes de gama alta para fijar la fragancia a la piel, acción que puede llevarse a cabo con el uso de aceites vegetales sin necesidad de recurrir a los animales.
¿Y qué hay de esos maravillosos destellos que lucimos en nuestros esmaltes de uñas o pintalabios? Éstos muchas veces se consiguen gracias a la guanina, escamas de los peces que han sido raspadas de algunas variedades de peces muertos, puestas a remojo en alcohol, con el objetivo de crear una esencia nacarada que se agrega a diversos productos.
Como vemos, es posible sustituir muchos de los activos de procedencia animal que se utilizan en cosmética por otros vegetales que no implican procesos crueles o dañinos en su producción o testeo.
Maripi Gadet
Especialista en Cosmética natural
Creadora de www.greenpcomunicacion.com
Artículos relacionados
También puede interesarte estos artículos
La entrada Cosmética vegana aparece primero en estheticworld.