Historia del cabello: Antigua Grecia
Entre los griegos los jóvenes de ambos sexos no se cortaban los cabellos hasta la época en que entraban en la adolescencia. Las muchachas se los cortaban la víspera de su matrimonio y los ofrecían por lo común a Diana o a las Parcas. Los jóvenes griegos consagraban por lo común sus primeros cabellos a Apolo o a Esculapio, y a veces, a Baco.
La primera cabellera de los jóvenes griegos
– Los jóvenes trecenios de ambos sexos consagraban sus cabellos a Hipólito, el cual había muerto soltero.
– Los jóvenes de Megara dedicaban su primera cabellera a Ifinoe, hija de Alcatoo, que murió virgen.
– Los de Siciona, a Egea.
– Los de la isla de Delos, a Ecaergeo y a su hermana Opi.
– Los de Argos y de Atenas, a Minerva.
– Teseo ofreció el primero su cabellera al Dios de Delfos, cuyo ejemplo fue seguido por todos los jóvenes distinguidos de Atenas.
Los asirios tenian una costumbre semejante, ofreciendo los jóvenes los cabellos y los mayores en edad, la barba. Los pobres, a veces, la consagraban a Hércules o a cualquier otro dios adorado en Atenas.
En los primeros tiempos este uso no era constante y vemos a varios héroes consagrar su primera cabellera por un voto particular a las deidades que habían tenido un especial cuidado de su infancia y muchas veces, a los dioses de los ríos.
Así es que Aquiles prometió la suya al río Sperchio si volvía sano y salvo de la guerra de Troya: pero habiendo después sabido que debía perecer en aquel sitio, dice Homero que se cortó los cabellos y los echó sobre la pira de sa amigo Patroclo. Memnon ofreció la suya al Nilo.
Este uso de los griegos fue imitado por los jóvenes romanos, los cuales ofrecían a alguna deidad su primera barba y cabellera. Dion lo cuenta de Augusto y Suetonio reprueba a Calígula el haber admitido esta ceremonia religiosa. Juvenal habla de las fiestas y convites que se hacian en semejantes casos.
Muchas veces se contentaban los jóvenes con atar los primeros cabellos a la estatua de la divinidad a la cual los habían consagrado y Pausanias dice que la estatua de Igia estaba casi enteramente cubierta con las cabelleras que habían colgado o atado en ella las mujeres de Siciona.
Solamente las bacantes entre las mujeres griegas eran las que llevaban el cabello ondeante y sin ningún freno. Las muchachas se lo ataban sobre la frente o detrás de la cabeza: pero las mujeres casadas se lo anudaban ordinariamente sobre la nuca en una sola trenza que ondeaba sobre los hombros.
Los griegos creían que los dioses infernales cortaban un cabello a los mortales en el instante en que las Parcas cortaban también el estambre de su vida. Así es que la muerte en Eurípides aparece armada de una espada en actitud de cortar el fatal cabello de la generosa Alceste para hacer una víctima consagrada a los dioses infernales.
Macrobio reconoce una imitación semejante de este pasaje de Eurípides en Virgilio, los que indican el uso que habia entre los griegos de cortar los cabellos a los moribundos.
El cabello y el luto
Acostumbraban también los griegos a cortarse los cabellos en el luto para echarlos sobre los cadáveres y sobre la pira de las personas queridas. Y cuando no habian estado presentes en los funerales, iban a deponer la cabellera sobre el sepulcro de los parientes o amigos.
A veces, no solo los parientes y amigos del difunto daban esta prueba exterior de dolor, sino que en ciertos casos un pueblo entero se cortaba el cabello en obsequio de algun personaje cuya pérdida le era muy sensible.
Los tesalienses, al decir de Plutarco, se cortaron todos el cabello a la muerte de Pelopidas y los persas, después de la de Masistio.
Otros pueblos fueron aun mas allá, cortando las crines de sus caballos a fin de manifestar que hasta aquellos animales participaban de su dolor.
Alejandro no se contentó con hacer llevar luto a los macedonios y a sus caballos por la muerte de su amigo Efestion, sino que hasta quiso que los seres inanimados diesen una prueba de sentimiento mandando derribar las almenas de las torres y murallas.