CÓMO DISTINGUIR EL HAMBRE EMOCIONAL

El hambre emocional es, en muchas ocasiones, el responsable de esos kilos que tanto cuestan perder. La primera definición de la expresión “hambre emocional” apareció en los años 80 y lo explicaba como “utilizar la comida para distraernos, desviar o negar nuestra atención de otros problemas y/o situaciones internas, cuyo origen es de índole psicológico”. De nada sirve ponerse a dieta si antes no se identifica –con el apoyo de un equipo de profesionales– de dónde nacen los motivos que existen detrás de ese deseo, pulsión o intención hacia la comida.

Utilizar la comida para regular emociones que no podemos, no sabemos, o no queremos controlar es la causa que nos lleva en ocasiones a comer más de la cuenta. Diferenciar este hambre emocional del hambre real puede ser relativamente sencillo ya que, si ponemos atención, nos damos cuenta como las dos se manifiestan de maneras muy diferentes.

¿Cómo aparece el hambre real (física)?

Aparece poco a poco y se siente en el estómago. Una vez la has saciado dejas de pensar en la comida, hasta que vuelves a sentir esa necesidad “real” de comer.

¿Cómo aparece el hambre emocional?

El hambre emocional aparece de repente y no se siente en el estómago, es más bien una sensación de querer llenarte de algo y es una necesidad inmediata. Además, puedes continuar comiendo mucho después de estar saciada físicamente y acabas sintiéndote culpable y avergonzado.

Consejos para liberarte del hambre emocional

Todos ellos requieren un alto nivel de compromiso, implicación y motivación. A continuación te enumeramos las premisas con las que trabaja el equipo de KilosOut que, como explica su cofundadora Miriam Tara, lo que principalmente buscan es “un cambio de hábitos definitivo. Desarrollar la atención durante el proceso con relación a la comida y por consiguiente no volver a engordar”.

1. Empieza a “darte cuenta” de lo qué te ocurre cuando comes de forma emocional. Detente antes de empezar y respira profundamente. Este simple gesto te permitirá crear un “espacio” dentro de ti y responder a la pregunta: ¿qué es lo que de verdad quiero saciar?

2. Aprende a estar presente, sintoniza con tu cuerpo y con tu estómago. Cuestiónate: ¿tengo hambre de verdad?,¿necesito un segundo plato?, ¿de verdad me apetece “esto”?, ¿tengo la necesidad de terminar todo lo que tengo delante?

3. Mantente hidratado. Beber agua nos ayuda a no confundir la sensación de sed con el vacío que provoca el hambre física.

4. Muévete, intenta poner tu atención en otro lugar y deja que la sensación pase. Puedes ponerte a cantar, a bailar, salir a dar un paseo o escribir cómo te sientes. Este ejercicio consiste en sustituir el conflicto y el malestar por ejercicios que te conecten con sentimientos positivos. Puedes adoptar la costumbre de anotar motivos por los que dar las gracias, practicar afirmaciones positivas, etc.

5. Si te ves capacitado, intenta “mantenerte ahí” mientras la necesidad de comer permanece. Obsérvate hasta
ver cómo la urgencia se va y sentir la sensación de haberla afrontado sin comer. Es un ejercicio que te llenará de fuerza y autoestima.

6. Deja de poner el foco en la culpa, el estrés y el remordimiento. Cuando te centras en estos males, aumentas tus
niveles de cortisol y tu autoestima se resiente, con lo que es más fácil que el ciclo de los antojos se inicie otra vez.

7. Obsérvate desde la curiosidad y no desde el juicio. La curiosidad supone un cambio de paradigma aplicable a toda nuestra vida. Nos aligera, nos empodera y nos conecta con “nuestra auténtica realidad”.

8. Redirige tu energía a lo que de verdad te nutre. Imagina utilizar toda la energía que estás poniendo y consumiendo
en la comida en otras áreas que te aportan y en las que te sientes feliz. Esta simple acción nos permite reconectar con la vitalidad y la creatividad de nuestro ser, que muy probablemente tengamos olvidadas.

9. Aprende a responder y no a reaccionar. Siempr vamos a tener dos opciones que nos permitirán decidir si comer o no, qué, cómo y cuánto comer, y son reaccionar o responder.

10. Asume tu responsabilidad. Puedes elegir afrontar esta situación como una oportunidad para cambiar o permanecer
en la parálisis habitual. Sé sincero contigo mismo y profundiza en querer ver qué te está provocando comer de forma emocional.

 

La comida es un medio para un fin, no sólo el de nutrirnos sino el de relacionarnos con los demás, es decir, también cumple
una función social y su finalidad última es el bienestar. Para poder sanar la relación con la comida tenemos que tener en cuenta que no solo nos nutrimos de alimentos, sino que es fundamental atender también unas pautas básicas para cambiar de estilo de vida. Todos son aspectos que nos ayudan a vivir saludablemente y conseguir nuestra mejor versión. Por eso es recomendable:

– Practicar ejercicio físico.
– Tener una actividad.
– Trabajar de acuerdo con nuestros propósitos.
– Mantener relaciones sanas.
– Conectar con nosotros mismos.

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